HARÁN DE LOS CEMENTERIOS SUS CATEDRALES Y DE LAS CIUDADES VUESTRAS TUMBAS - Darío Argento y Lamberto Bava, 1985



CINE-FÓRUM LITERARIO PARA EL DESARROLLO DE UNA CULTURA APOCALÍPTICA Y EL ESTUDIO DE LA DEMONOLOGÍA

martes, 23 de junio de 2020

Sobre los "no muertos"

Abraham Van Helsing - Alchetron, The Free Social Encyclopedia


Conforme a lo que llevamos andado hasta ahora, parece ser que el mito acerca de los vampiros tiene una carga tan enorme de folclore, y de otros orígenes no siempre bien definidos, que nos llevaría a todo tipo de confusiones respecto al estado de los muertos y al estudio de la demonología. Dicho mito viene a ser un revoltijo de supersticiones o creencias relacionadas con el mundo de las ciencias ocultas. En el campo de la documentación histórica, tenemos en el Tratado sobre los Vampiros -escrito por un monje benedictino del siglo XVIII- un digno referente a tener en cuenta. En aquellas regiones de la Europa oscura (Hungría, Moldavia) se contaban historias acerca de muertos que resucitaban y se aparecían a los vivos. Se alimentaban de la sangre de los vivos, llevándolos incluso hasta la muerte, y disponían de un semblante vigoroso y esbelto (al contrario de las representaciones que hemos visto en el cine). Así pues, la resurrección física literal se combina con el mundo folclórico acerca de los espectros o fantasmas y, por otro lado, la ignorancia acerca del verdadero origen de ciertas enfermedades hizo que aquellas gentes atribuyeran la muerte de personas que sufrían una radical pérdida de peso, acompañada de palidez de rostro y gran debilidad física, a la acción vampírica de espíritus malignos. Como ya se ha indicado en esta bitácora, "los muertos nada saben" y no existe otra resurrección física aparte de la que Cristo nos tiene reservada para el día final. Lo que sí sabemos es que los demonios, mediante algún tipo de influencia interna o externa al individuo que está bajo influencia demoníaca, pueden provocar visiones de muertos que aparentemente vuelven a la vida, o incluso podrían de alguna forma materializarse adoptando la apariencia de personas que han muerto, con el objetivo de seducir a los mortales o perpetuar la creencia errónea acerca de la inmortalidad del alma. O, desde otro ángulo, los demonios pueden hacer que veamos aquello que deseamos ver, aunque sea falso, por eso juegan mucho con nuestros sentimientos y con nuestra necesidad de volver a ver a los seres queridos.

Sobre este mito, la película Dracula aporta una síntesis bastante completa. Abraham Van Helsing se convirtió inmediatamente en el gran estereotipo cinematográfico del demonólogo folclórico, y muestra de forma fidedigna algunas de esas reglas que hay que conocer si queremos estar protegidos de posibles ataques demoniacos. Aparece el crucifijo como símbolo del poder redentor de la sangre de Cristo, poder ante el cual el maligno siempre retrocede. Un maligno encarnado (bajo la interpretación y caracterización de Christopher Lee) en el hombre del vestido y la capa negra, siendo mucho más aterrador en aquellos planos que resaltan una figura negra y amenazante, sin rostro, donde el vampiro es realmente, no un ser concreto y con un rostro definido, sino una sombra que acecha. Es un factor constante tanto en la película como en la mitología acerca de los vampiros; combina la presencia física real del vampiro con la idea, más abstracta y escurridiza, del espectro. En otro orden, y siguiendo con esas reglas, las mujeres ( en este caso la tía Lucy) que caen bajo la influencia demoniaca del conde Drácula lo hacen por voluntad propia, por ceder ante la tentación de un Mal seductor. El abrir la ventana por la noche, o dejar la puerta abierta, es el modo de representar la invitación a que el Mal entre en nuestras vidas y destruya nuestra alma. Ante las tentaciones, debemos cerrar la puerta del corazón y las ventanas del alma. Como, de igual modo, debemos tener la Cruz de Cristo sellada en nuestra mente, en todo lugar y circunstancia. A ese respecto, resulta llamativa la forma en que Van Helsing consigue derrotar a Drácula. Desprovisto de un crucifijo regular y bendecido, improvisa haciéndose con dos candeleros con los que puede formar el símbolo de la Cruz. Y, por supuesto, la Luz destruye a las tinieblas.