En un sentido muy general, la película The exorcist presenta un ejemplo de cómo puede una persona llegar a la Fe desde el descubrimiento de la existencia del Mal no como una idea procedente de la moral, la filosofía o la teología, sino casi como una demostración empírica de la existencia del Diablo. Y si existe el Diablo, evidentemente existe Dios, y por tanto toda la revelación bíblica es verdadera. Desde este prisma, el verdadero protagonista de la película es el Padre Damian Karras, un sacerdote en crisis espiritual para quien el caso de Regan Macneil supone una oportunidad de poder ver y tocar las manifestaciones demoníacas de tipo "paranormal". De hecho, si los popularmente llamados fenómenos paranormales son tan escurridizos e indemostrables más allá de la experiencia personal de cada testigo, es porque forman parte de una estrategia satánica en la que Dios, a veces, juega sus bazas. Veámoslo: es posible que en más de una ocasión nos topemos con personas incrédulas que expresan su deseo de poder presenciar este tipo de fenómenos para poder creer en la existencia del mundo invisible. "Muéstrame algo que yo pueda ver con mis propios ojos, y creeré en lo que me dices. Hasta entonces, yo nunca creeré en nada de eso". ¿Verdad que sí?. Pues tras ese "si no lo veo no lo creo" está no sólo el paradigma bíblico de la duda de Santo Tomás, sino la necesidad del ateo de creer en algo más, la necesidad de una esperanza de tipo trascendente que vaya más allá de lo humano. Por eso el mundo del espiritismo - y de la parapsicología en general - tiene ese componente de atracción morbosa mezclada con una necesidad muy noble y legítima con la cual el enemigo de Dios y de los hombres puede tentar y engañar de una forma restringida y autocontrolada. Es decir, a Satanás no le interesa que la actividad demoníaca que hay detrás de este tipo de fenómenos tenga credibilidad y aval científico porque se produciría un despertar espiritual de muchas personas con tendencias o inquietudes religiosas. Al Diablo le resulta más fácil engañar si la gente no cree en su existencia. Por su parte, Dios sabe que sus escogidos creerán sin necesidad de alguna forma de prueba empírica o racional, aunque en algunos casos el ser testigo de actividad demoníaca observable y mensurable puede ser un incentivo hacia la Fe. Por eso, suelen decir a veces los eruditos en el tema, Dios permite los casos de posesión diabólica para ofrecer al mundo un signo de la existencia de una guerra espiritual que va más allá de lo que normalmente podemos ver, entender o percibir. En relación con esto, tanto la novela original como la adaptación cinematográfica de William Friedkin juegan muy inteligentemente con la mente del espectador-lector llevándolo a un terreno ambiguo, quien queda libre de darle una explicación meramente psiquiátrica o, poniéndose en la piel del personaje de Damien Karras, dar finalmente el salto hacia la Fe, reconociendo su propia culpa y pecado, pidiéndole al demonio pazuzú que entre en él para así liberar a la Rosa y saldar sus deudas con Dios antes de la interminable caída a la largo de la escalinata, la escalinata de ese sacrificio final.
1. Regan es La Rosa
Una frase clave en los primeros minutos de la película: El mal contra el mal. Es decir, los jesuitas contra el Diablo. Una orden sacerdotal decadente, cada vez más alejada de la Fe, que intenta conciliar la vida religiosa con los cigarrillos, el pugilato, el whyski y el rock. Por otro lado, el mundo de la vida artística de Chris Macneil, asociada con un cineasta alcohólico y condicionada por la prensa amarillista, divorciada, presa de su trabajo y envuelta por el humo del tabaco. Georgetown es un lugar mecánico y sombrío. Entre todo ese panorama decadente, Regan aparece como la Luz, la alegría, la belleza, la inocencia, la esperanza de otra vida. Por eso el Diablo la odia y la quiere ver convertida en algo demente y putrefacto.
2. Una ventana abierta
Presentación de la Rosa. Chris Macneil entra en la habitación de la niña y vemos la ventana de la habitación. Está abierta. Inquietantemente abierta. Esa ventana aparece de forma recurrente a lo largo de la narración, y no es casualidad. Tiene un fuerte carácter simbólico. En esos instantes de presentación nos está diciendo que Regan está desprotegida, y que la familia Macneil le ha dejado la ventana abierta al Diablo. Las ventanas del alma. El padre Karras, posteriormente, expulsa al Diablo y lo aleja de la familia tirándose por esa ventana.
3. Ratas en el desván
Ruidos extraños, y son un prodigio de efecto sonoro. Una mezcla de rugido animal, cachivaches que caen al suelo y roedores que corretean. Pero sólo es lo que el espectador quiere imaginar. Es el comienzo de la actividad demoníaca.
4. Karras
Un rostro espectral, demacrado. Si los jesuitas encarnan en esta película una idea del mal, los señala como sacerdotes sin Fe, débiles, prisioneros de un voto de pobreza que no es para gozo y entrega al prójimo, sino que los condena a la miseria material y espiritual.
5. Un tablero Ouija
Después de la ventana, la película nos muestra el modo exacto por el que Regan abre un canal y establece contacto con un ente no humano. Se trata de un tablero ouija, algo con lo que tanto madre e hija juegan como si de algo inofensivo se tratara. La ouija por sí misma no es peligrosa, pero una mente débil o una persona que atraviesa una fase crítica de su vida, como una adolescente que está sufriendo la separación de sus padres, puede enfermar y desarrollar algún trastorno psicológico. Podemos interpretar perfectamente todo lo mostrado en la película como resultado de un trastorno mental poco común, a pesar de los vómitos, las levitaciones, el suicidio del padre Karras, y el movimiento de objetos sin causa aparente. Demonológicamente hablando, existen corrientes que indican que los demonios provocan enfermedades mentales. Otra vertiente, que parece más precisa y atinada, dice que los demonios aprovechan la debilidad o los trastornos mentales para atacar a la persona e ir poseyéndola paso a paso, como sucede en esta película; Primero, la ventana ( más que nada como símbolo y elemento de introducción ) luego los ruidos extraños y los estados hipnóticos de Regan ( influencia demoníaca externa, estados nerviosos y casi inconscientes como orinarse en público ) y finalmente la persona de Regan se convierte en la persona de pazuzú. Mente, cuerpo y alma parecen ser una misma cosa. Entender la posesión diabólica implica concebir al ser humano de forma holística, y no de forma dualista.
6. ¿Posesión, sugestión, trastorno por sentimientos de culpabilidad?
El trastorno mental lleva a la posesión. La película juega con las interpretaciones disponibles, pero en realidad no son excluyentes. En demonología no parece existir una respuesta unificada a estas cuestiones, y las consideraciones de los eruditos en el tema no siempre coinciden. Un demonólogo no puede aspirar a mucho más que a teólogo chiflado y pasado de rosca.
7. Karras-Regan
Cuanto más empeora la crisis de Regan más crece la esperanza de Karras. Karras necesita ver al demonio para recuperar el ánimo y la Fe. Pero, al mismo tiempo, actúa como un científico afectado por el sesgo de confirmación. Surge en su mente una misión que quiere cumplir. Liberar a la niña, surge el amor, surge el compromiso con Dios, paulatino, con el objetivo de liberar un alma y liberarse a sí mismo.
8. Merrin
El padre Merrin parece otro ser débil que busca la redención a través de su ejercicio como exorcista. A destacar su actitud impasible a pesar de insultos y escupitajos, su trato con el demonio es hasta compasivo, no odia al demonio, pero lo cierto es que tampoco aborrece el mal ( otro jesuita que bebe alcohol ). Tal vez el hecho de que el demonio sea combatido por seres débiles como los que aparecen en esta película, y no por hombres perfectos e impolutos como nos gustaría, sea una virtud más que un defecto, porque nos aproxima a la realidad en la calle y en las iglesias, donde vemos a personas con virtudes, pero en todas podemos ver también debilidades.
9. Regan y Karras: sentimiento de culpabilidad compartido
Karras es poseído por el demonio, igual que Regan, Ambos comparten un sentimiento de culpabilidad y se entiende que la vulnerabilidad psicológica resultante es la que facilita la posesión. La película insiste en esa idea no explícita: son los traumas o "grietas" psicológicas de las personas los que facilitan el que sean víctimas de algún tipo de infestación o influencia demoníaca.
10. ¡El poder de Cristo te expulsa!
Esta secuencia en concreto enfatiza, como ninguna otra, el poder de Cristo contra el mal, pero a la vez su representación se corresponde con un ritual católico que parece un mantra a base de gritos y gesticulaciones exageradas. La liberación espiritual, al contrario, consiste en orar, confiando en Dios, en calma y sosegadamente, contra los poderes de las tinieblas que nos tientan o invaden nuestra psique. Orar por uno mismo, y por todas las personas que tenemos en el corazón, es el mejor exorcismo que podemos ejecutar cada día y en cada momento. De nada vale la demonología si no es para acercarnos a Cristo y comprender mejor el alcance de su poder. Esta película da para mucho más, y desde luego se puede indagar en cómo es la verdadera liberación espiritual ( o exorcismo, quien prefiera llamarlo así ) cómo proceder ante personas que están sufriendo algún tipo de infestación demoníaca, en qué casos debe aplicarse y en qué casos sería efectiva, o no lo sería. Respecto a esto, la película ofrece un dato que parece correcto, a priori: la liberación espiritual sólo funciona cuando se aplica a personas creyentes. Los demonios creen en Cristo, pero si la persona que sufre ataques satánicos de algún tipo no reconoce la existencia y la autoridad de Cristo como Rey del universo, implícitamente le otorga el poder a los demonios, y entonces puede pasar cualquier cosa, tiene su lógica. Se necesitan más datos e impresiones sobre esto. Se agradecería enormemente que cualquier persona que pueda aportar algo sobre estas cuestiones lo comunique para un mejor conocimiento.