El diablo puede tentar utilizando diversos métodos, pero uno de los más conocidos y tratados tanto en cine como en literatura es aquel en el cual utiliza el amor sensual, o la belleza asociada con la sexualidad lujuriosa, como cebo con el que poder atrapar el alma del hombre bondadoso y casto. En La maschera del demonio, Lamberto Bava volvió a recurrir al simbolismo de la máscara, como ya vimos en Demons, para mostrar a un grupo de jóvenes excursionistas que, al quedar atrapados en una caverna bajo el hielo de las montañas, liberan las fuerzas del mal contenidas por una máscara y son poseídos por ellas. Entre el grupo de jóvenes está David, el personaje que encarna la resistencia frente al mal y sobre el cual el maligno se ceba utilizando los encantos de Sabina, su pareja, para tentarle y corromper su alma. Esta temática de la película, en cierto modo, tiene sus raíces en la tradición gnóstica, y se muestra en la descripción de la sexualidad y de la carne como elementos que están en poder de Satanás y a su servicio y conforme a sus propósitos. A pesar de ello, quedémonos con la parte positiva: la sexualidad es creación de Dios para gozo y bendición del matrimonio entre hombre y mujer, y lo que esta película muestra es el peligro de la sexualidad o el amor lujurioso, que no es lo mismo. En relación con ello, la máscara del demonio puede ser definida ( más allá del objeto material y literal que aparece en la película ) como ese rostro angelical, atributo de la mujer bella, que en realidad es una máscara bajo la cual se esconden las perversas maquinaciones del maligno. Y es que es de destacar la forma tan inteligente con la que Bava utiliza los potenciales simbolismos asociados al título de su película, yendo mucho más allá de hacer un simple remake de la obra de Mario Bava, su progenitor, y creando su propia metáfora. En el mismo sentido, es menester prestar atención a cómo el personaje principal, David, consigue finalmente vencer el acoso satánico del cual es víctima; volviendo a colocar la máscara en el lugar que tenía asignado. Así es cómo David se convierte, por su bondad y capacidad de resistencia, en el único superviviente. Por lo demás, las soledades de las montañas nevadas, el misterio de un mundo helado y subterráneo que nos conduce hacia un lugar abandonado donde el tiempo se detuvo en siglos ya pasados, donde los crucifijos y los libros sagrados parecen estar a medio camino entre la luz y la oscuridad, guardados en antiguos templos y criptas sin nombre, formando parte de una atmósfera onírica cargada de espiritualidad gótica.
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