Mientras, poco a poco, vamos recuperando y volviendo al ciclo dedicado a la película El exorcista y sus secuelas, conviene matizar o corregir algunos apuntes anteriormente publicados.
Habíamos apuntado que, como suele afirmarse en algunos ámbitos religiosos, los demonios provocan enfermedades mentales, o las suscitan o inducen de algún modo, con lo cual caeríamos en el error de suponer o decir que todos los enfermos mentales están bajo influencia demoníaca. No porque no fuera cierto ya que, de hecho, y como se ha recalcado desde este cineforum virtual, todos los seres humanos sin excepción están bajo la influencia de fuerzas e inteligencias no humanas, sino porque podemos entender que el origen de la enfermedad mental es otro distinto. Repasemos, pues, toda la película y la narración acerca de como Regan MacNeil va degenerando hasta ser poseída por espíritus malignos.
Se nos da, primero, una pista mostrando ese tablero ouija con el que juegan madre e hija. Pero, a efectos de lo que queremos apuntar aquí, es mucho más importante el trauma de una adolescente que vive la separación de sus padres, y el desorden afectivo y emocional que ello supone. Concretamente, en la consulta del neurólogo, se le diagnostica un trastorno de ansiedad de tipo hiperactivo. Y es a partir de ese trastorno de ansiedad desde el cual la película va tejiendo la gradual aproximación del ente demoniaco al alma de Regan hasta poseerla. Primero solo se ve, mediante flashes muy rápidos, el rostro del ente que acecha a Regan desde algún lugar de su mente, entendiendo esto como una fase de influencia demoníaca interna, lo cual significa que el espíritu maligno produce visiones internas desde el mundo subjetivo de Regan. Esa misma imagen del rostro demoníaco aparece en los sueños de un Padre Karras afectado por el alcohol y la depresión debida al trauma de haber perdido a su madre en condiciones dramáticas. Si alguno cree que no se puede aprender demonología viendo películas, que se fije en esos detalles que muestran que los guionistas han hecho una rigurosa y concienzuda labor de investigación de casos antes de preparar la película. Son los traumas vividos, junto con los consecuentes daños psíquicos, los que hacen que las personas sean más vulnerables ante los ataques satánicos. Un divorcio o una familia desestructurada son la forma de dejar abierta esa ventana por la cual el Maligno puede entrar en nuestras vidas.
En resumen, podemos ver a los demonios detrás de todos los desequilibrios mentales, o podemos pensar que todo tiene una explicación meramente psiquiátrica, pero visto lo visto tanto en las ilustraciones que nos ofrece el cine como en los manuales de psicopatología, no parece sensato decir que los demonios provocan enfermedades mentales. Como ya dijimos, los daños causados en el sistema cerebro-mente nos dejan sin la armadura de protección que Dios nos ha dado, y entonces aparece el trastorno, y los demonios pueden alimentar la enfermedad y agravarla. Pero, en general, el origen de las enfermedades mentales está relacionado con los hábitos no saludables o la ausencia de oración y comunión con Dios.
Si vamos a la Palabra de Dios, aparece el episodio del mudo poseido por un demonio. Leyendo la Biblia parece que ciertos estados catatónicos o similares son causados por demonios, por tanto algunos síntomas o enfermedades sí son de origen espiritual, pero no se puede generalizar y afirmar que las enfermedades mentales son causadas por demonios
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