En la tercera entrega de Pesadilla en Elm Street el énfasis en la necesidad de permanecer en vigilia y de luchar contra el sueño y las pesadillas cobra una intensidad apoteósica. Fue, de hecho, el inicio de la vorágine en torno a Freddy Krueger como ídolo juvenil, y la película superó las expectativas del público y de la crítica, por ser imaginativa, atrevida y por dotar al personaje de un sano humor negro que hoy en día cada vez abunda menos. Freddy Krueger ya no era simplemente demoníaco, era como ese amigo problemático pero entrañable que todos hemos querido tener.
El argumento de la película se fundamenta en la lucha o antagonismo entre la Fe y la teología frente a la ciencia médica moderna. Reaparece Nancy como Doctora en Psicología que ha desarrollado un medicamento para luchar contra el sueño y las pesadillas, mientras que su colega masculino es quien mejor encarna la fe en la ciencia y el ateísmo, en principio. Pero, en un momento dado de la película, aparece una monja con un crucifijo colgando en el pecho, y el tema de la redención por medio de la Cruz se nos cuela de forma tal vez inesperada. Antes de eso, no obstante, Nancy se empeña en vencer a las pesadillas y al demonio que las preside con una especie de filosofía del sueño que trata de aprovechar todo el potencial de fantasía e ilusión encerrado en el corazón de los adolescentes como arma contra los demonios que habitan en ese hades fantasmal y onírico. Y eso eran los Guerreros del Sueño, un subtítulo memorable para la que seguramente es la mejor película de la saga. Porque, efectivamente, la medicina fracasa, la ciencia fracasa, y el método de Nancy fracasa. Sólo la Cruz de Cristo, junto con otros elementos simbólicos que aparecen en la película, como el agua bendita, consiguen vencer, parcial y temporalmente, al demonio de los sueños, el hijo de la locura, el hijo de cien maníacos, aunque eso es lo de menos.
Tiene otros detalles que habría que pararse a pensarlos, junto con esa explicación del suicidio, especialmente en adolescentes, entendido como consecuencia del acoso-bulling por parte de entidades demoníacas que los llevan a la desesperación y a la muerte. Quizás en otra ocasión.
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