Como ya se dijo en su momento, Demons es una película que ofrece una imagen demoníaca de la sociedad en la que vivimos. Tomando la perspectiva de Sharon, la joven protagonista que viaja en metro en los primeros compases, el mal es la ciudad y su forma de vida, el mal está en la calle y en su vida nocturna, en la forma de vestir, en la música que escuchamos, en el ambiente social y cultural, en suma. Si la inquietud en la mirada de Sharon nos remite a la persecución implícita que sufre toda persona normal y decente (el simple hecho de no encajar), la extravagancia y el desorden estético de la cultura punk se corresponde con la rebeldía luciferina de aquellas tribus urbanas. Aunque sean, por tanto, simples estereotipos lo cierto es que, como vimos en entradas anteriores, sirve para construir un código moral en el que los chicos buenos son más resistentes a la posesión demoníaca. Pero a fin de cuentas Lamberto Bava no es un moralista, simplemente nos deja con un "esto lo que hay...¡save our souls!".
El advenimiento de los demonios anunciado en la película se refiere a cómo es la sociedad presente, y a la vez tiene ese sentido escatológico del fin de los tiempos. Si vamos a la Palabra de Dios, algunos pasajes confirman que, efectivamente, en los tiempos finales habrá una mayor actividad demoníaca fruto del apartamiento de Dios, es decir, la sociedad humana se aleja de los preceptos divinos y de la Ley y, en consecuencia, las personas son menos resistentes a la influencia de los demonios y se convierten en instrumentos del mal. Así pues, en el contexto de guerras, pestilencias y cataclismos sociales anunciados en, por ejemplo, Mateo 24, el fuego, la persecución y la violencia en las calles - el mismo panorama con el que se encuentran los jóvenes protagonistas tras conseguir salir del cine metropól - caracterizarán el oscuro futuro hacia el cual vamos. Sin embargo, el ser apocalípticos no debe convertirnos en seres pesimistas o deprimidos, más bien se trataría de sentirse cómodos incluso en los pasajes más oscuros de este trayecto hacia la redención final y la tierra renovada anunciada en el apocalipsis de Juan. Precisamente porque sabemos que Satanás ya ha perdido y que finalmente el Reino de Dios se materializará en este planeta y en todo el universo. El apocalipsis de Juan fue escrito para ello, para tener confianza y seguridad en los peores trayectos. Es más, para contemplar el mal, la tiniebla, lo oscuro, lo aparentemente desesperanzador con regocijo, como algo que es parte del guión escrito por Dios desde el principio del mundo. Contemplar con regocijo la belleza de esa lucha entre luz y tinieblas, en virtud de esa conciencia del mal que tanto reivindicamos porque permite discernir lo bueno de lo malo e incluso podemos apreciar la actividad de los demonios como su parte en el papel que Dios les otorga en este drama.
¿Entonces tenemos que juzgar a las personas por cómo visten, la música que escuchan...?
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