Porque del corazón del hombre salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.- Evangelio de Mateo 15: 19
Sobrevivir a la oscuridad del mundo en tiempos de apocalipsis tiene un aspecto, muy secundario y señalado en el post precedente, relacionado con el gozo estético. Y es verdad que Lamberto Bava hizo una película muy inspiradora no sólo por la forma tan fresca, salvaje e ingeniosa de representar ese advenimiento de los demonios, también por el uso de la fotografía y el uso del espacio en los interiores del cine metropól, generando sensaciones de claustrofobia, de estar en un lugar maldito en el que no parece haber un camino de salida o sólo abre o cierra sus puertas conforme a la inteligencia que le da vida propia, algo que le da cierta similitud - salvando distancias - con el hotel Overlook de El Resplandor. Porque lo cierto es que, por otra parte, el edificio de ese viejo cine ubicado en algún lugar apartado de una ciudad centroeuropea es art nouveau incrustrado en el tejido urbanístico de una ciudad posmoderna, pero mediante el contrapicado, las notas de Claudio Simonetti y el adecuado uso de la luz en la filmación de exteriores consigue una imagen abstracta que lo convierte en un edificio fantasmal que nos recuerda a la europa de las catedrales góticas. Pero no vamos a emocionarnos más con todo esto, pasemos a la instrucción espiritual que hemos extraído en el cine-forum. Antes que nada, si estudiamos demonología y hablamos tanto de los demonios podemos dar una falsa impresión acerca del concepto que tenemos del ser humano conforme a la Palabra de Dios. Es decir, parece que delegamos toda responsabilidad moral en la actividad de inteligencias no humanas, como si las personas estuvieran a merced de los demonios. De lo que se trata es de evitar ser instrumentos del mal, pero ello no quiere decir que somos marionetas del mal. Por eso cito al Evangelio de Mateo capítulo 15 versículo 19, donde se nos aclara que si hacemos el mal, es porque queremos hacerlo y porque el principal enemigo del hombre está en el hombre mismo, en su alma interior. Entonces, ¿para qué hablar de demonios y para qué buscar un chivo expiatorio?. Primero, porque es la cosmovisión bíblica, y segundo porque atañe al origen del mal. Todos sabemos que el mal está en nosotros, pero ese mal ha de tener explicación y origen. Y para eso está la Palabra de Dios. Si nos apartamos de Dios ( si nos ponemos la máscara del demonio) el espíritu de pecado incrustrado en nuestra estructura genética y en nuestra psique libera sus energías y va encontrando cauces por donde transcurrir. Si nos sometemos a la Ley de Dios y tenemos comunión con Cristo, esa estructura natural e inherente a nuestro ser, aunque puede ser alimentada por percepciones subliminales procedentes de u originadas en los demonios, es neutralizada por el espíritu de santidad. En principio puede ser simplemente una disciplina que "reprime" la expresión de actitudes y actos pecaminosos, pero con el paso del tiempo y la perseverancia en la comunión con Cristo pasa de ser "reprimida" a ser totalmente eliminada de nuestro ser. Es una cuestión de cultivar hábitos saludables que con el paso del tiempo se convierten en actitudes automáticas, sin necesidad de más disciplina. Entonces ¿qué va a pasar aquí, en el oscurísimo siglo XXI, cuando la mayor parte de la sociedad global se está apartando de Dios, desde los Reyes de la tierra que ocupan puestos de enorme influencia en la política y la economía mundial hasta el sencillo trabajador de clase media-baja?. La invasión demoníaca está asegurada, aunque no sea como en las películas y en ocasiones puede tener un rostro más sutil y aparentemente amable. Concluyendo, Dios respeta la libertad del hombre, somos libres de hacer el bien y de hacer el mal, estamos protegidos del poder de los demonios desde que el redentor del mundo ofreció su sangre como manto de justicia que nos protege y nos justifica. Si Él ya tiene su mano tendida para que la cojamos y nos acompañe en lo poco que queda de vida en este mundo oscuro de cataclismos, confusión e incertidumbre, lo único que tenemos que hacer es no darle la espalda, coger esa mano tendida hacia nosotros y, ya santificados, que Cristo nos guíe con su Luz hasta el amanecer del día final.
Tal vez de forma involuntaria pero fue una película profética. El apocalipsis siempre ha ido manifestándose en distintas oleadas o fases de la historia reciente hasta su eclosión en los movimientos finales. Concretamente Demons pareció profetizar los cambios en el sentir, la moda, el cine, la música a raíz de la caída del muro de Berlín en otoño de 1989. Comenzaba un nuevo orden mundial, y ya sabemos que este tipo de reorganizaciones a escala global implican una intensificación de la influencia de los demonios en la sociedad, especialmente ( como en la película ) a través de las pantallas de cine y televisión. Y es que además nos pilló a todos en esa transición de la infancia a los excesos hormonales de la adolescencia, y empezamos, unos más otros menos, a volvernos locos y a ser recipientes para lo demoníaco.
ResponderEliminarRespecto a la estética del cine metropol y su relación con las catedrales y la religiosidad gótica medieval, hay unos instantes en la película en los que a la imagen de la fachada exterior del cine le sigue la aparición de la máscara demoníaca junto a la motocicleta. Es fascinante cómo los sonidos de Claudio Simonetti lo subraya, pero me dio una sensación parecida a cuando ves las gárgolas de una catedral, con sus figuras demoníacas vigilando el paisaje urbano de pueblos y ciudades en toda europa. En realidad poco que ver con las gárgolas de las catedrales pero por el juego del montaje visual ha sido inevitable pensar en ello.
ResponderEliminar"Hacemos el mal porque queremos...". Tal vez habría que corregir eso citando a Pablo:
ResponderEliminarPorque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
A estudiar bien romanos 7:19-25
Es la tendencia humana a justificarse. Si nos apetece hacer algo malo lo barnizamos de algún modo y lo presentamos como algo que era "bueno" o inevitable. Es un mal que no queremos hacer y que además no lo reconocemos como mal.
ResponderEliminar