George A. Romero hacía crítica a la sociedad de consumo, desde la particular panorámica que puede ofrecer el denominado cine de serie B, y de forma tangencial nos dejó unas cuantas ideas relacionadas con cuestiones demonológicas. Así pues, El Amanecer de los Muertos (Dawn of the dead, 1978) se convirtió en sátira grotesca que nos señalaba a todos nosotros con el dedo, mirando desde su prisma de escepticismo antihumanista y nihilismo posmoderno, pero Romero supo ser visionario y dejó un legado de expresiones acerca de nuestra propia "muerte", de una sociedad sin alma y sin dirección ( similar al legado de Dario Argento y Bava, cuyo cine se mostró muy crítico con la sociedad contemporánea, lo cual lo hace adecuado para llevar a cabo estudios de demonología ). El mensaje de la película es directo y claro: en realidad, todos nosotros somos una especie de muertos vivientes, sin voluntad divina, sin Espíritu, sin imaginación, sin raíces, sin otro horizonte que los instintos de supervivencia o los apetitos promovidos por la industria capitalista, hasta el extremo de devorar o ser devorados por nuestros propios congéneres. La gran operación de macrodemonología efectuada a escala planetaria desde final de la segunda guerra mundial, supuso la aplicación de esa "magia negra" que actuó en los regímenes totalitarios de Alemania y la URSS al ámbito de la persona individual que, al entregar su voluntad y sus expectativas de vida a los patrones impuestos por el modelo del capitalismo liberal, se convierte en individuo colectivizado en una masa de consumidores despersonalizados, lo cual es el estado social que más se acerca a la idea del autómata controlado por necesidades creadas artificialmente, según los intereses de una maquinaria sutil, implacable y destructora. La pregunta sería quiénes son los creadores de esa maquinaria. Desde el punto de vista de un incrédulo, bastaría con apelar al devenir y las contingencias de hombres y mujeres de élite, pongamos las instituciones financieras, o los grandes foros transnacionales. Pero la revelación y la Fe enseñan que el origen de la maquinaria es espiritual y que, desde otros ámbitos, también podemos afirmar que los ángeles caídos operan en este mundo utilizando técnicas de "sugestión" y "contagio", a las que normalmente nos referimos utilizando términos como "propaganda" o "ingeniería social". Es el tipo de "magia" que utilizaron en los totalitarismos de primera mitad del siglo XX en Alemania y URSS, con una diferencia que conviene resaltar: mientras que en aquellos la "hipnosis" colectiva servía al propósito de construir una creencia colectiva de tipo religioso que cauteriza el alma ( teología cristiano-pagana en el nacional socialismo alemán, y teología cristiana secularizada, atea y marxista en el caso soviético ) la "ingeniería social" aplicada en la sociedad occidental de posguerra va directa a la destrucción del Alma en su acepción más religiosa o conforme a la tradición europea y judeocristiana, dando paso a un concepto de "alma" meramente transaccional. Es decir, consiste en "vaciar" al ser humano para convertirlo en un autómata. El cine de Romero, por tanto, es una buena representación sobre los efectos de dicha operación de macrodemonología, aunque se mantiene ambiguo o neutral respecto al origen de la operación. Unas décadas más tarde, Jaume Balagueró y Paco Plaza, alzándose desde la tradición representada por gente como Romero, Argento y Bava, volvieron a poner puntos sobre las íes con REC y REC 2. Pero de esto hablaremos en otro cine-forum.
Para terminar, ¿qué podemos hacer para luchar contra esto?. La Palabra de Dios nos invita a levantarnos de esta muerte que nos oprime, a ser liberados del egoísmo, de esta forma de individualismo que es un colectivismo de seres despersonalizados. A rebelarnos contra el hecho de ser sólo un dígito, mercancía y obrero sin patria ni identidad. Cristo nos enseña a vivir para los demás, y no para uno mismo. Cuidémonos, en tal caso, de caer en las redes de la filantropía. La filantropía ya es un paso hacia un cierto despertar, pero hay muchas personas en este mundo que trabajan o invierten dinero para beneficiar a los demás, pero en el fondo es un modo de vanidad, de limpiar su conciencia y buscar el propio bienestar. En definitiva, todo lo que se haga por los demás, hágase en el nombre y por los méritos de Jesucristo, y entonces el poder de su Santo Espíritu llenará nuestro ser y seremos almas vivas en el verdadero Dios, y alimentados por la verdadera fuente de Vida eterna. En definitiva, esa revolución espiritual tan largamente esperada, o aquello que psiquiatras y psicólogos nunca terminan de reconocer como es debido: la salud y el bienestar requieren de un cambio profundo en nuestro modo de vida.
No cuesta mucho relacionar el "vivir para los demás" como idea perteneciente al evangelio de Cristo con el colectivismo comunista y por su parte el fuego "nazi" contra la visión materialista del comunismo era resultante a ser conscientes de la maquinaria que devora el alma de la humanidad y de la existencia de un Espíritu de vida verdadera y anclada en la eternidad. Lo que pasa es que Satanás todo lo tergiversa conforme a sus propósitos. Nazismo y comunismo son obra del Maligno, pero la diferencia es que Hitler defendía una visión espiritual del mundo donde todos tenían cabida, los "dioses" paganos y el Redentor del mundo.
ResponderEliminarLa pregunta es cómo entendería Hitler esa "vida verdadera y anclada en la eternidad"...la espiritualidad satánica proporciona una calidad y experiencia de vida muy superior al vacío ateo del comunismo y filosofías similares, pero conviene subrayar que es un espíritu radicalmente opuesto al Espíritu Santo. Satanás mismo creó la nada del ateísmo para ofrecer su remedio espiritual, y parece que ese remedio fue el fundamento filosófico del nazismo. El catolicismo es el disfraz más perfecto de esa espiritualidad satánica simulando ser inspirada por el Redentor del mundo, mientras que el panteón pagano vendría a ser su versión más primitiva.
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