Asegurad las ventanas, cerrad las puertas, apagad las luces, no salgáis...es la noche de Halloween y ésta lleva asociadas unas pautas de conducta y de higiene para la vida, siempre desde esa conciencia de que existe un mal por encima de lo normalmente aceptado. Sin embargo, como una especie de ritual expiatorio, la absurda tradición consiste en sacar a los niños a la calle durante unas pocas horas, disfrazados justamente de esas figuras y criaturas del mal que personifican el peligro del cual queremos protegerlos. Si insistimos en decir que el hombre del saco no existe ( que no existen los fantasmas y lo demoníaco ) traicionamos la Fe que pretendemos defender, traicionamos una cosmovisión, y dejamos que sólo los niños y los hombres sabios y ancianos que han lidiado directamente con el mal sean testimonios de que "ahí fuera está él".
Laurie- Jamie Lee Curtis, decíamos, es la que "vence" al mal, muy relativamente hablando. Pero ¿por qué es ella la única que sobrevive?. ¿Es de verdad una chica perfecta, teniendo en cuenta esos signos de necesidad sexual reprimida, esos comentarios libidinosos que dice en contadas ocasiones sólo por quedar bien con sus amigas y parecer una chica moderna?. Una chica, al fin y al cabo, necesitada de calor sexual pero poseedora de unas virtudes que espantan a los hombres. Ese aspecto la dota de un magnetismo personal que atrae a su perseguidor a la vez que la protege de él, constituyendo una defensa y vindicación de su inteligencia y de su conservadurismo extremo.
No salgas de casa, evita las diversiones y las tonterías, vístete con decencia, dedícate a estudiar o a trabajar, cuida de los niños, respeta a los mayores, ama a todo el mundo. Esa es la virtuosa Laurie, algo que encaja con los preceptos divinos para una vida feliz y alejada de las zonas de peligro donde los demonios pueden dañarnos con mayor facilidad, la ética protestante en su interpretación más rígida, lo cual supone que en cierto modo se aleja del verdadero Espíritu de santidad, pero ese debate es para otro día...
Laurie como roca que preserva la pureza y la rectitud, la perseverante, la que nunca cambia; en una secuencia cargada de significados, en las clases de literatura del instituto donde estudia, se menciona al Destino y a la justicia vinculados al carácter justiciero de Michael Myers, el niño abandonado por su hermana que toma su venganza matando a los jóvenes que siguen quebrantando esa ley de Justicia y abandonando a otros niños ( Annie muere porque deja su encargo de cuidar a la pequeña Lindsey y entra en la zona oscura de influencia de Myers ) mientras que por su lado Laurie es la justiciera que contribuye a poner fin a la masacre. Cuestión de Justicia, la de Myers y la de Laurie.
Por último, la secuencia en la que Laurie avanza lentamente hacia la casa de los crímenes, en plena noche, entre el viento otoñal y la evocadora partitura musical de John Carpenter. Cuando esta película amaneció en el mundo en el año 1978, en esos momentos el público, con corazón encogido, pensaba "¡no entres en esa casa!". Ahora tiene un efecto contrario, es como un duelo bajo las estrellas, es el alzamiento de una heroína, la virtud recompensada, es la única que va a vencer al monstruo.
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