Demasiado pronto para ocuparnos de Halloween 2018, película que será mejor comprendida dentro de unos años, pero he podido apreciar en ella unos rasgos que hacen que merezca unos breves comentarios para el forum.
Pongámonos en esta perspectiva: Michael Myers se expresa a base de asesinatos, no necesita las palabras. Sus asesinatos, su forma de orquestarlos, de secuenciarlos, son un mensaje dirigido a nuestras corrupciones, al pecado que cometemos cada día. Ya hemos visto que, en nuestra interpretación demonológica, Myers es un ser humano poseído o bajo la influencia de inteligencias demoníacas pero - siguiendo el trasfondo ideológico del slasher conforme al libro de Luis Pérez Ochando - también hace el papel de ángel exterminador que mata a todos los que se apartan del "buen" camino de la ética protestante y capitalista y, por tanto, se han alejado de la protección divina ( Dios, evidentemente, no es capitalista y tampoco es protestante, pero creo que se entiende lo que intento explicar ). En las primeras películas de la saga y, concretamente, en la de John Carpenter, se hacía un especial énfasis en el castigo a los vicios de la juventud, pero la película de David Gordon Green ( traicionando aparentemente el espíritu de la original ) va más allá de eso. De hecho, la primera víctima de Myers es un preadolescente, pero hay que fijarse en la actitud y las palabras de dicho personaje; habla de sus diversiones y vemos cómo éstas en cierto modo le están alejando del aprecio hacia su progenitor. Por tanto, sigue en la tradición del slasher. Y ahora la que tal vez sea la mejor secuencia de la película ( a nivel de significados y de narración cinematográfica ) o tal vez de todas las películas que sobre Myers se han hecho, haciendo que la complejidad y el misterio de este personaje sean cada vez más grandes: aquella que arranca en plena calle, en la noche del 31 de octubre, y comienza la sucesión de planos-secuencia que acompañan al espectro de Myers adentrándose en los apacibles hogares de Haddonfield. En ése punto es cuando la película empieza a romper los esquemas tradicionales de forma escalofriante e inesperada, porque Myers empieza a matar a adorables amas de casa, sin ninguna justificación moral aparente como solía ser hasta ahora. Sabiendo que hay un código moral que guía a Myers y que no da un cuchillazo sin razón, la narración nos obliga a tener que imaginar esas corrupciones veladas tras la aparente bonhomía de esas mujeres. En otro momento magistral de la secuencia, Myers se detiene durante unos instantes ante la cuna de un bebé que la cámara no nos muestra pero cuyo llanto podemos oír, paralizando la mente y el corazón del espectador... pero Myers respeta la vida del bebé y pasa de largo, como diciéndonos que en esta sociedad sólo los bebés conservan algo de pureza, hasta las madres y los padres de buen nombre y rango social ya forman parte de la maquinaria de destrucción que nos gobierna. La conciencia moral de Michael toma una nueva dimensión, y alguno se preguntaría, mirando a la parte humana del personaje, si detrás de esa máscara inexpresiva y robótica no habrá una lágrima y un recuerdo cargado de melancolía. Así pues, todos mueren y todos deben morir: la pareja de reporteros amarillistas que van tras la pista de Laurie, el habitual grupito de jóvenes fiesteros, los agentes de la ley que mean fuera de tiesto, y hasta el nuevo psiquiatra sucesor del Doctor Loomis que hace el papel del típico que quiere pasarse de listo ( el personaje que habla de la supuesta aleatoriedad de los crímenes perpetrados ) y termina con la cabeza reventada por el pie de Myers.
Cuarenta años después, el círculo de víctimas de Myers se amplía y abarca otros perfiles distintos al del joven adolescente e irresponsable, un modo de decirnos que la corrupción en la sociedad actual está ya mucho más extendida que en 1978 y sólo queda la inocencia en la cuna de un bebé. Laurie sobrevive, otra vez parece ganar el duelo, pero cada vez es más fácil imaginar que Myers se deja ganar una vez más.
Myers es otra imagen del anticristo, como también lo es Anakin Skywalker, se arrogan el papel de ser la espada que ejecuta la justicia divina. Hay que indagar en la relación entre protestantismo y desarrollo de la sociedad capitalista en los USA.
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