Ya no nos vale ningún tipo de propaganda de progreso y democracia. La realidad es esto, la misma película de George A. Romero estrenada en 1968. No existe la libertad del individuo fundamentada en la bondad que proviene de Dios, ni verdadera vida política, ni el futuro está en nuestras manos, como algunos pregonan. Somos autómatas, títeres del sistema, hombres sin alma, colectivo de ignorantes gobernados por las élites del planeta tierra. Llevando todo esto al terreno de la teología, puesto que la humanidad se ha alejado de Dios, y por tener el alma muerta en cuanto a que carecemos de las virtudes del Espíritu, somos endemoniados a merced del Maligno.
La noche de los muertos vivientes establece, si vamos a lo más inmediato, una caracterización de la hora de tinieblas, y de un recorrido hacia ella. Tom Savini se preocupó por dejar unas breves panorámicas del atardecer como transición hacia la noche, algo que no sucede en la película de Romero. En la de Romero empieza la narración bajo la luz solar y, en pequeños pasos muy abruptos (tan abruptos como la irrupción del mal y la locura en la escena), nos introduce en la noche sin que el espectador pueda apenas ser consciente de esa transición. No obstante, el recorrido tiene un punto de inflexión clave: cuando la protagonista femenina se arrodilla ante el sepulcro y comienza a orar y, en respuesta a ello, su acompañante masculino comienza a frivolizar respecto a la oración y la vida religiosa familiar. En ese momento se produce un extraño "salto" de raccord en la secuencia, y estalla una tormenta sobre los personajes y el paisaje circundante, constituyendo la primera avanzadilla de las tinieblas. De hecho, el sonido de un viento fantasmal y de la tormenta acompañan la narración casi hasta el final, como atributo del mal y de la materialización de las huestes demoníacas en la realidad. La casa donde los personajes se refugian durante la noche se convierte en imagen de ese hogar que ya no existe y ya nadie tiene, un lugar de posible pero inalcanzable refugio y calidez, asediado por las fuerzas malignas hasta su inevitable desmoronamiento.
Por otro lado, parece que existen en la película unas nociones muy generales sobre la demonología tal y como la hemos entendido en este cineforum. Se da una explicación científica para al extraño comportamiento de los "zombis", y al porqué de la "resurrección" de los muertos. Una extraña radiación procedente del planeta Venus, transportada a la Tierra por una sonda espacial, es la que produce una mutación en el cerebro humano y en consecuencia ciertos "espíritus" (demonios, claro) poseen y controlan el cuerpo humano. Ya vimos como la perturbación de las funciones cerebrales naturales y normales provoca que se rompa el "filtro" y protección que Dios nos ha dado para protegernos de las influencias demoníacas. Así que, a pesar de lo rocambolesco de la explicación dada en la película, Romero no iba tan desencaminado respecto a nociones de demonología y parece que intentaba trasmitir algo más que un mensaje de crítica social. Y quizás el simbolismo y la mitología tienen también un papel importante; la radiación procede del planeta Venus, y la Diosa Venus, en la tradición ocultista occidental, es una imagen del eros, del deseo carnal en su sentido más perverso. Y cualquier conocedor de esa tradición ocultista sabe que la Diosa Venus no es más que una de las máscaras o atributos de Satanás. De ahí que los "zombis", por esa carnalidad perversa a la que nos referimos, se dediquen precisamente a devorar cuerpos humanos.
Por último, se rumorea, desde hace ya muchos años, la posibilidad de un holocausto "zombi" en la vida real, y ahora en un mundo permanentemente pandémico y en una cuenta atrás hacia el "apocalipsis" que pregonan los medios de comunicación, la posibilidad se hace más cercana y sugestiva. Hay bases bíblicas y científicas para afirmar que sí puede ocurrir, y que posiblemente ya esté sucediendo aunque de manera muchísimo más sutil de lo que vemos en las películas. El cine de terror nos habla de la realidad ( a la manera de un profeta ) pero la realidad no es exactamente como en el cine de terror.
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