Los "zombies" de George A. Romero han representado a la sociedad industrial, en masa y como colectivo, víctima de un estado de trance que la posee, le destruye el alma y, manejada por fuerzas demoníacas, queda transformada en una bestia que persigue y devora todo lo que aún tiene vida. No obstante, como se afirma en la versión filmada por Tom Savini, "nosotros somos ellos, y ellos somos nosotros", apuntando hacia la maldad corriente y latente del ser humano normal, siempre desde esa intención de crítica social y postura nihilista, tan definitorias de Romero. Pero aparte de todo eso nos interesa especialmente ese ritual en torno a las ventanas que, en cada anochecer y a lo largo de esas horas de tinieblas, hay que sellar y reforzar para protegerse de esas fuerzas malignas que acechan desde el exterior del hogar. Así pues, digamos que Romero llega a la demonología sin pretenderlo, como lo haría un ateo que sólo quiere disertar sobre la sociedad de consumo y el estado de corrupción y pobredumbre en que se encuentra el alma humana, y omite ese trasfondo bíblico y espiritual acerca del verdadero origen del mal. Lo iremos viendo.
¿Seguro que no pretendía hacer demonología?
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